El escritor madrileño Javier Menéndez Flores acaba de ser el ganador del V Premio Novela Cartagena Negra con su cuarta novela “Todos nosotros” (editorial Planeta). Nos concede esta entrevista coincidiendo con la anhelada Feria del Libro de Madrid.
De profesión es periodista. Quizá sea uno de los pocos escritores que hemos entrevistado hasta ahora que puede afirmar que se gana la vida cien por cien con las letras. Empezó escribiendo como periodista en la Guía del Ocio, luego ha colaborado durante años en columnas para revistas como Rolling Stone, Man, Interviú, El Mundo o Uppers.
En el mundo de la literatura su nombre resuena más entre las biografías, porque ha publicado historias personales y artísticas de algunos personajes y grupos musicales contemporáneos (Sabina, Miguel Bosé, Dani Martín, Extremoduro y familia Flores, entre otras). Pero desde Objetivo más letras deseamos poner en relieve y destacar más su trayectoria como novelista, porque creemos que Javier Menéndez Flores requiere ya un hueco excepcional entre los principales escritores de nuestro país.
Haciendo un breve repaso sobre tu producción como novelista, nos llama la atención cómo la chispa de la pasión suele ser el detonante de la trama principal en tus novelas. En “Los desolados” (Plaza & Janés) la historia se desata entre un periodista y una profesora de inglés que se conocen casualmente; en “El adiós de los nuestros” (Ediciones B) es el reencuentro de David, un miembro de la Compañía de Operaciones Especiales del Ejército, con un viejo amor.
En tu cuarta novela, “Todos nosotros”, a pesar de ser policíaca ¿también los personajes se dejan arrastrar por alguna variante de la pasión?
Respuesta: Rotundamente sí. La pasión y el amor tienen un gran peso en ‘Todos nosotros’. Y te felicito por haberte dado cuenta de ese detalle en mis novelas anteriores, ya que te diría que todas las novelas que he escrito, independientemente del género al que pertenezcan, son novelas de amor. Las relaciones pasionales, las emociones de los personajes y el modo en que las gestionan son para mí aspectos capitales de la narración. Los personajes de una novela deben transmitir vida, y qué mejor modo de hacerlo que cuando detallas sus relaciones íntimas y los pensamientos que esas relaciones provocan en ellos, ya que es ahí donde más expuestos e indefensos nos mostramos los seres humanos.
Se dice que el escritor suele padecer un leve trastorno -por llamarlo de alguna manera- que se denomina “extrema capacidad de abstraerse”. ¿Adoleces continuamente de ella o solamente te abstraes cuando estás enfocado escribiendo?
Respuesta: Creo que un escritor no sólo lo es cuando escribe, sino que vive siempre ‘en escritor’. Es decir, tu manera de mirar el mundo es la de alguien que, de forma inconsciente, fotografía cuanto tiene alrededor, incluidas las personas, claro. En ese sentido, los escritores somos unos grandes cotillas, como los gatos. Pero eso es algo que se da también en los pintores y en los cineastas, cuyas cabezas no paran nunca de analizar cuanto ven, de extraer el zumo de todo aquello que les rodea. Y hay cierta tendencia a la abstracción, sí, al ensimismamiento.
Dicen que el gusanillo de la lectura lo suele regalar en la infancia alguien muy cercano a nosotros ¿Quién fue en tu caso y cómo influyó?
Respuesta: Mi padre. En mi casa siempre hubo muchos tebeos, cómics y libros, y desde que era muy pequeño mi padre me llevaba los domingos al Rastro y allí compraba tebeos, luego novelas juveniles y más tarde novelas adultas. Ese paisaje fue decisivo a la hora de empezar a soñar con ser escritor, aunque entiendo que hay una propensión a ello que viene de fábrica.
¿Te lleva más al género negro el afán de entender la psicología humana o ese punto de “cotilla” que suele tener todo apreciado periodista?
Respuesta: Lo de cotilla ya lo he dicho antes. De hecho, no conozco a ningún periodista ni escritor de raza que no lo sea. ¿Eso es lo que me lleva a cultivar el género negro? Pues no sólo eso. La necesidad de entender la psicología humana, como apuntas, es también fundamental, y eso es algo que se aprecia en toda mi obra, tanto en los títulos de ficción como en los de no ficción, ya sean biografías, ensayos o libros de entrevistas. Aquello de Ángela Figuera: “Sólo ante el hombre me comprendo y mido mi altura por su altura”. El ser humano es el mayor de los enigmas, capaz de los actos más sublimes y los más atroces. Pero es que además la novela negra y la novela policíaca te permiten hablar de muchos temas mientras analizas la psicología humana, y encima es un género que tiene la ventaja de poseer ingredientes que resultan enormemente atractivos para el lector (y todo escritor es, ante todo, lector): un misterio por resolver, escenas de acción, persecuciones, relaciones interpersonales extremas… Exactamente, los ingredientes de los que me he servido para construir mi novela ‘Todos nosotros’.
Eres madrileño de pura cepa y viviste la juventud en los años 80. Encontraste en tu propia experiencia de vida la base principal para asentar la historia que se narra en “Todos nosotros”. Sin hacer ningún spoiler, ¿qué hay de aquel Madrid y de aquellos años en tu novela?
Respuesta: Soy madrileño de pura cepa, es cierto, de padres y abuelos madrileños, y Madrid es la ciudad en la que se ha desarrollado toda mi vida. Sin embargo, la primera parte de ‘Todos nosotros’ transcurre en los dos últimos meses de 1981, y yo entonces tenía solo 12 añitos. Es decir, que la labor de documentación que he tenido que hacer ha sido colosal y me ha llevado más de un año de trabajo. Yo conocí ese Madrid con los ojos de un niño, y necesitaba verlo con los de un hombre entero. No obstante, fui un niño precoz que empezó a salir de noche por Madrid en el ecuador de los ochenta, que no dista tanto del 81, pues salía con los hermanos mayores de mis mejores amigos, que frecuentaban los locales más conocidos de la Movida, como el Penta, La Vía Láctea, Joy Eslava… Estuve en todos esos lugares en los ochenta y en los noventa, y a mediados de los noventa escribí además de todos ellos, y de muchos otros, para la ‘Guía del Ocio’ de Madrid, en donde durante más de un lustro me ocupé de la crónica nocturna y de las entrevistas. En resumen, los ochenta que muestro en ‘Todos nosotros’ son fruto, por un lado, del exhaustivo estudio de documentación que he realizado, y por otro de lo que mis ojos vieron y mis oídos escucharon.
Al igual que en la vida misma, en cualquier novela negra que se precie el bien y el mal están muy presentes. La crítica ha dicho de “Todos nosotros” que la parte del mal roza lo salvaje ¿Eras consciente cuando escribías la dureza descriptiva que encontraría el lector?
Respuesta: He sido muy consciente en todo momento de lo que escribía y también de la impresión que podía causar en los lectores, aunque es obligado señalar que cada lector es un mundo y que el grado de sensibilidad y tolerancia ante determinados pasajes no es el mismo en todos. En cualquier caso, en ‘Todos nosotros’ no hay una violencia explícita ni es en modo alguno una novela ‘gore’: no hay sangre. La violencia que recorre ‘Todos nosotros’ tiene más que ver con lo que se insinúa, con el clima que se genera, con lo que el lector entiende que puede llegar a pasar… Y quizá eso sea más duro que un pasaje en el que la sangre salpica al lector: en este caso, el escritor se lo da todo hecho al lector y su capacidad de imaginar queda anulada, mientras que cuando te quedas en el umbral y no lo cruzas, la imaginación se dispara y las sensaciones pueden resultar ate
rradoras.
En tu novela se dan dos líneas temporales. La primera a finales del año 1981, en plena transición, gobernando UCD. La segunda ya en 2002, en plena democracia. Realmente es una época algo confusa y gris de la historia española más reciente. De alguna manera ¿has querido reivindicarla, juzgarla o darle entendimiento?
Respuesta: ‘Todos nosotros’ narra una historia criminal en la que una serie de chicas desaparecen, y esas desapariciones tienen un denominador común: todas esas chicas fueron vistas por última vez en locales de copas. Esa historia es pura ficción y nació de mi imaginación. Pero el decorado en el que todos los personajes se mueven es el de un Madrid completamente real, fruto del riguroso trabajo de documentación que, como ya he dicho, llevé a cabo. La novela está trufada de noticias políticas, culturales, sociales y deportivas reales, y suenan canciones de solistas y grupos conocidos que marcaron una época. Eso quiere decir que ‘Todos nosotros’ tiene tanto de novela como de crónica social. En ese sentido, no he pretendido reivindicar ni juzgar nada, sino tan sólo mostrar las cosas tal y como fueron para que el lector tenga la sensación de estar recorriendo, primero, el Madrid de 1981, último tramo de la Transición, una ciudad salvaje, efervescente y en pleno proceso de modernización, con una democracia aún en pañales, y después el de 2002, donde la democracia estaba plenamente asentada y Madrid era ya una ciudad moderna y en la que los detenidos contaban con todas las garantías. Lo que sí es innegable es que existen infinidad de ensayos sobre la España de los años de la Transición, pero en cambio se han escrito muy pocas novelas negras que se desarrollen en esa época, y creo que ese es uno de los grandes aciertos de ‘Todos nosotros’.
Imaginamos que tu personaje, el investigador Diego Álamo, representa la esperanza a un país y un mundo mejores ¿Estás convencido de que actualmente existen profesionales, no ya en la policía sino en la sociedad en general, tan entregados, conscientes y bondadosos como Diego Álamo, o más bien es un guante que lanzas haciendo saber que es el tipo de personalidad que debería liderar nuestro país?
Respuesta: Estoy segurísimo de que en nuestra sociedad existen profesionales, en distintos ámbitos, con la vocación, la pasión y la voluntad de ayudar a los demás que tiene Diego Álamo, y ay de nosotros si no fuera así. Quizá sean una minoría, pero existen. En ‘Todos nosotros’ Diego Álamo representa la luz frente a la oscuridad, lo cual podría entenderse como una metáfora. Es una suerte de héroe romántico, sí, pero no es en absoluto un ser de cuento de hadas. Existen, insisto, Diego Álamo en la policía, entre la clase médica, en el Cuerpo de bomberos… De hecho, Diego no es un personaje “bondadoso”, para nada, puesto que no va regalando flores y sonrisas a todos aquellos con los que se cruza. Diego es una persona normal con una peculiaridad: ama su trabajo y trata de realizarlo con honradez, y sin olvidar nunca que hay vidas de personas que dependen de sus investigaciones y de su tesón. Esa enorme responsabilidad convive con él desde que se levanta hasta que se acuesta, y a veces invade sus sueños.
¿Crees que debió ser duro para los cuerpos policiales asumir en aquella época los cambios que suponía la transición y con ello el cambio de medios policiales que requería la incipiente democracia? Porque nos tememos que durante muchos años los derechos de los detenidos fueron más que cuestionables.
Respuesta: En 1981 había fricciones en el seno policial porque convivían los policías de la vieja guardia, franquistas, para quienes el fin justificaba los medios, con los formados ya en democracia, incapaces de ponerle una mano encima a un detenido. Y me pareció que mostrar esa doble cara a través de los inspectores Roberto Guzmán y Diego Álamo, que representan esos dos polos, era no sólo dejar constancia de algo que sucedió, sino que podía resultar muy atractivo para el lector. Las novelas no sólo sirven para entretener, aunque ese sea, como es lógico, su principal cometido, también pueden enseñarnos cosas. Yo aprendí mucho escribiendo ‘Todos nosotros’, y creo que quienes la lean también aprenderán muchas cosas que desconocían de nuestra historia reciente. Hoy por hoy, la policía española respeta a los detenidos y estos tienen todas las garantías que contempla una democracia real. Pero, por desgracia, hace 40 años no era así.
El título de tu novela nos tiene algo intrigados ¿“Todos nosotros” se refiere más bien a un tema holístico, algo así como todos formamos parte de un Todo?
Respuesta: Responder esa pregunta supondría revelar una parte importante de la trama, por lo que me vas a permitir que no lo haga. ‘Todos nosotros’ puede resultar a priori un título conceptual, pero lo que sí te puedo garantizar (y tú, que has leído la novela, has tenido ocasión de comprobarlo) es que quien la lea entenderá perfectamente el porqué de ese título.
A pesar de que el 2020 siempre será recordado por el año en que se inició la gran pandemia mundial, tú lo recordarás también porque se publica tu cuarta novela, un libro que no deja de darte alegrías, premios y excelentes críticas. Como todos los escritores, imaginamos que con tus historias pretendes prender la mecha de la consciencia, hacer reflexionar al lector sobre temas de actualidad y miserias humanas. Con la mano en el corazón, ¿cuántas pandemias y libros necesita la humanidad para entender que “esto” solamente se arregla si nos unimos, si dejamos de dividirnos por colores y creencias?
Respuesta: Mi máxima aspiración como escritor es entretener, conmover y hacer pensar a mis lectores, y que estos, al terminar mis libros, piensen que la lectura les ha merecido la pena. Y esa no es una aspiración modesta, ni mucho menos: cuando yo he leído un libro que me ha gustado, esa lectura me ha removido muchas cosas y me ha hecho pensar. Y eso, entrar en sintonía con alguien a quien no conoces y que a lo mejor vive a miles de kilómetros de ti, y que en teoría es muy diferente a ti, tiene a mi modo de ver un gran valor. Respecto a lo que dices, quiero pensar que la humanidad todavía tiene remedio. No obstante, es cierto que cuando empezó la pandemia y nos vimos confinados surgió un sentimiento inicial de solidaridad, de “juntos venceremos”, como evidenciaron los aplausos a las ocho de la tarde a los sanitarios, un sentimiento que también vivimos cuando ETA asesinó al concejal Miguel Ángel Blanco o cuando los terribles atentados del 11-S y el 11-M. Sin embargo, y vuelvo al principio de la pandemia, al poco se comenzó a politizar, como pasa casi siempre, y en las redes sociales, que son peligrosísimas porque sus controles son débiles, la gente se enfrentó como en ‘Duelo a garrotazos’, la famosa pintura de Goya. Es obvio que hay problemas de gran magnitud que exigen una gran entrega, generosidad y sacrificio por parte de todos, y que juntos, unidos, somos más fuertes y podremos enfrentar lo que venga, por duro que sea. La división lo pone todo mucho más cuesta arriba.
Desde OBJETIVO MÁS LETRAS deseamos a Javier Menéndez Flores que siga teniendo una excelente promoción de su cuarta novela y esperamos nos regale muchos otros éxitos literarios.
“Todos nosotros” está disponible en librerías y en las plataformas habituales de venta online. También en la web de la editorial Planeta. Aquí el enlace:
https://www.planetadelibros.com/libro-todos-nosotros/319389
Asimismo compartimos un video donde el autor participó en una mesa redonda en el certamen literario en el que se erigió finalista.
https://www.youtube.com/watch?