La Universidad de Filosofía y Letras de Córdoba ha actuado, por primera vez, como unidad de lectura de nuestra asociación cultural. Concretamente ha participado a raíz de nuestro II Concurso internacional de literatura sobre poesía, cuyo poema ganador será galardonado con un premio económico de ochocientos euros.
Fue su catedrático de literatura española y director del departamento de estudios filológicos y literarios, don Rafael Bonilla Cerezo, quien nos facilitó todos los medios necesarios para que alumnos de esta universidad participaran como lectores y evaluadores de más de una veintena de poemas.
Ahora que ya han realizado su elección, hemos querido conocer el impacto de esta experiencia en la universidad, su opinión sobre nuestros fines como asociación y otros temas relativos a la cultura y la literatura.
¿Considera que los concursos literarios aún son un medio promocional efectivo para darse a conocer en este difícil mundo de la literatura?
Respuesta:
Sin duda. Siempre que la causa sea tan noble y honrada como la que nos concita. Dos monedas nada comunes.
A su entender, ¿hasta qué punto la era digital ha transformado la creación de nuevos autores?
Respuesta:
Absolutamente, que dirían Saritísima y Fangoria. Para bien y para mal.
La red permite una difusión masiva gracias a los blogs y páginas webs de diversa índole (especializadas o no). Sin embargo, el canal –que no el medio– nunca es el mensaje. Quiero decir que hoy apenas existen filtros y tampoco cribas a la hora de difundir los textos.
Lejos de pensar que la Academia es la que autoriza un determinado canon, dentro del cual también se cuentan las jóvenes y viejas promesas, considero que si el lector no se cualifica –se exige– como antaño, cada vez resultará más difícil separar el trigo de la paja.
No obstante, estoy persuadido de que las grandes editoriales no le quitan ojo a los instagrammers y bloggers de toda laya, porque donde menos se espera, salta… ¿el talent?
¿Qué transformación aprecia entre su alumnado desde que inician sus estudios de Literatura española hasta que los finalizan? ¿Se da un proceso madurativo sobre sus pretensiones ante esta carrera universitaria?
Respuesta: Sin duda. Las generaciones apenas cambian. Desarrollan sus competencias en tercero y cuarto del grado de Filología Hispánica. Y por azares de la vida yo enseño en ambos cursos. No opino que los alumnos sean indolentes, aun cuando su formación inicial haya sufrido una merma notable desde hace un cuarto de siglo (arriba y abajo: es decir, cuarto y mitad). Los profesores somos responsables de incentivar, alentar, exigir y, sobre todo, entusiasmar a los filólogos del futuro. Es nuestro deber y nuestro ministerio.
Parece que en los últimos años se ha producido un nuevo interés sobre la poesía entre los jóvenes autores ¿Lo han notado así en su Universidad?
Respuesta: Soy Profesor de Literatura Española. Siempre ha habido estudiantes más que hechizados por la poesía. No en balde, varios de mis primeros alumnos son bardos galardonadísimos.
Hace décadas parecía que la única salida de estudiar Filología hispánica era dedicarse a la docencia. Sin embargo, el mundo de la comunicación virtual y el crecimiento de la producción editorial ha abierto interesantes posibilidades profesionales entre estos licenciados ¿Qué le transmite su alumnado en este sentido? ¿Llegan con una idea clara de cuál será su carrera profesional?
Respuesta: Se trata de un bulo perpetuado de modo secular. La principal (y casi única) salida para el filólogo continúa siendo la oposición a la enseñanza secundaria. No niego que un pequeño porcentaje –¿los mejores?– se atreve con la carrera universitaria o el desempeño de su profesión en las editoriales, pero son los menos.
¿Cómo recibieron sus alumnos la posibilidad de participar como lectores y evaluadores de nuestro concurso literario internacional de poesía?
Respuesta: Con entusiasmo.
Por dos causas: 1) se sintieron tan concernidos como involucrados en un concurso que debiera llegar a oídos de muchos; 2) aplicaron sus rudimentos filológicos para elegir a los ganadores.
¿Considera que leer a otros poetas alimenta el “gusanillo” de la propia creación literaria?
Respuesta: Un escritor que no lee a los maestros (y a sus iguales) no es un escritor.
Se trata de una cuestión de respeto. Durante el Siglo de Oro se llamaba «cuestión de garbo».
Según su criterio, ¿la participación en nuestro concurso ha sido positiva y ha creado suficiente debate literario?
Respuesta: En efecto. Me siento feliz de haber recibido su invitación.
El mundo editorial es un sector complejo ¿Preparan durante la licenciatura, de alguna manera, a sus alumnos a nivel “business”? Nos referimos a efectos de crear una marca propia como “autor/a” o interpretar las cláusulas contractuales de las editoriales.
Respuesta: Desafortunadamente, no. Son ellos mismos los que se abisman en el trance de fatigar –provistos de talento, coraje y machete– las emboscadas selvas editoriales.
Desde su experiencia como catedrático ¿suele dar algún consejo profesional a sus alumnos recién licenciados?
Respuesta: La envidia y la pereza intelectual se perpetúan a lo largo de los siglos con virulencia intacta. Por consiguiente, no consiento que nadie me regatee el esfuerzo, la alegría y la gratitud.
Desde OBJETIVO MÁS LETRAS damos las gracias a la Universidad de Filosofía y Letras de Córdoba, especialmente a don Rafael Bonilla Cerezo y a los alumnos que, voluntariamente, han deseado colaborar en este proyecto como unidad lectora de nuestra asociación. Esperamos haber contribuido, a la vez, a sumar pasión por “las letras” y la literatura. Seguro que seguiremos trabajando conjuntamente para que la cultura siempre sea el principal motor de cambio de nuestra sociedad.