Esta escritora riojana se inició muy joven en el mundo de las letras. Apenas tenía 15 años cuando ya empezaba a ganar algunos concursos literarios en su comarca. Y rozando la mayoría de edad publicaba su primera novela, La soledad del café (Ediciones Emilianenses). En cambio estudió Filosofía en la Universidad de Valladolid ¿Quizás Adriana Bañares se limita simplemente a traducir la filosofía de la vida y del pensamiento humano a través de la escritura?
Respuesta: Ay, pues puede ser. Desde luego, escribo para entender mejor la realidad; a veces, también para afrontarla. Escogí Filosofía porque fue una asignatura que me fascinó en primero de bachillerato. Hice el artístico pensando que se me daba bien dibujar y que podría enfocar mi carrera hacia el diseño, la ilustración y el arte, pero encontrarme con la Filosofía, y en especial con la persona que la impartía, que era pura pasión, Judith Lerga, me hizo virar la dirección.
Sin embargo, ya en la carrera me di cuenta de que aquel tampoco era mi camino. Me habéis tocado la fibra con esta pregunta porque justo hace unos días me reencontré con un episodio de mi vida que tenía olvidado. Durante el tercer año, un profesor me suspendió un trabajo por parecerle demasiado literario. Me envió la calificación por mail y me dejó totalmente descolocada, ya que me decía: «El trabajo es hermoso y está muy bien escrito. Aprecio tu capacidad de síntesis, y tu facilidad para transmitir emociones en el lector. El texto me gusta de principio a fin, créeme, pero mi evaluación depende de otros factores. (…) Hay un genio en tu interior. Querría que con la linterna de tu genio alumbrases un trabajo igual de bello en su aspecto formal. (…)».
Esos comentarios fueron devastadores, pero también determinantes para saber que mi camino era la literatura.
Por supuesto, todo lo aprendido en Filosofía me ha servido muchísimo y se puede ver que me ha influido en mucho de lo que he escrito, pero durante los años que viví en Valladolid aprendí más con el colectivo de poesía al que me uní (COLMO), de los escritores que conocí a través de los blogs, de los recitales a los que acudí, y de los fanzines en los que participé (y edité, con mi querida Patricia Maestro), que con mis profesores de Filosofía.
A pesar de que tu primera obra literaria es una novela, pronto encuentras en la poesía el género que conducirá un gran número de tus obras ¿Qué aporta la poesía a tu inspiración artística que la hace tan diferente a otro género?
Respuesta: La poesía fue una gran revelación. Yo llegué a Valladolid pensando que la poesía eran rimas y sentimientos impostados, algo de otro tiempo. Me di cuenta de lo equivocada que estaba cuando entré en contacto con el COLMO, (un colectivo literario formado por estudiantes de la Universidad de Valladolid, dirigido por Javier García Rodríguez, y coordinador del festival de poesía Versátil.es). De hecho, me di cuenta de que mucho de lo que escribía estaba muy cerca de la poesía. En primero, había una asignatura que se me atravesó: lógica. Durante las clases me proponía atender, pero era imposible. Empezaba a divagar y para mantenerme despierta escribía de manera automática en el cuaderno de apuntes. Por la noche los pasaba a limpio y los colgaba en el blog bajo la etiqueta “creacionismo en clase de lógica”. Son textos bastantes malos, pero que podrían haber sido el germen de poemas surrealistas o postistas. Era el año 2007 y aún no me había acercado a COLMO ni a la poesía, pero la expresión lírica estaba ahí. Escribir poesía me libera totalmente. Mi proceso de creación es muy visceral, es como un arrebato. Cuando escribo (y cuando recito, aunque esto es otra historia), me quito todas las máscaras que llevo durante el día, en el trabajo, en la calle, incluso en las redes sociales.
Bien jovencita creaste tu propio blog. Precisamente en 2007 publicaste una recopilación de tus mejores entradas, bajo el título La niña de las naranjas (Ediciones Emilianenses) ¿Crees que hoy en día el potencial de un buen blog sigue vigente o es “agua pasada” para la nueva generación? ¿Qué ha cambiado en la Red desde que tú empezaste con ese blog?
Respuesta: Ay, disculpa. Mira, el blog lo creé en 2007 y en 2010 se publicó el libro La niña de las naranjas.
Fíjate de qué fechas estamos hablando. Yo es que hablo del blog y me pongo muy blandita. Se me enamora el alma cada vez que se menciona mi blog. Le tengo tanto cariño que aún lo conservo y actualizo de vez en cuando. A mí me sirvió muchísimo para darme a conocer. Sobre todo, para conocer escritores y conocer el mundillo. No sé si hoy, después de, ehm, ¿catorce años? ¿En serio? No sé si ahora los blogs siguen vigentes. Creo que las redes sociales le han ganado mucho terrero. Pero sí me gustaría que hubiera un resurgir de los blogs. Era muy bonito eso de ver los blogs de personas diferentes, cada una cuidando el suyo como si fuera su casa, cuidando el diseño, cada entrada… A mí eso me parecía súper bonito. También tenían la magia del anonimato. A mí mucha gente me conocía como Awixumayita, y aún recuerdo a gente de entonces, que después desvirtualicé, con sus nicks en lugar de con sus nombres reales. Y luego, lo más importante: el formato. O sea, poder escribir entradas extensas, editarlas bien, poder poner negritas, cursivas, saltos de línea. Ese cuidado no lo puedes tener en Instagram, Twitter ni en Facebook.
Tu formación académica se completó en Alemania ¿A nivel literario qué te trajiste de allí? ¿O fue más bien una experiencia académica y de vida?
Respuesta: Fue una experiencia de vida, totalmente, pero también hubo mucha literatura ese año. No paré de escribir. Durante mi estancia en Bayreuth escribí la plaquette Happy meal y una novela breve, Eis, basada muy libremente en la historia de la asesina Estíbaliz Carranza.
Tuviste también una experiencia radiofónica. Durante un tiempo emitiste en un programa sobre literatura underground, llamado Fosfatina. ¿En qué momento empiezas a interesarte por este género y cómo evalúas su proyección en el mundo editorial actual?
Respuesta: ¡Ay, con Fosfatina también me pongo muy blandita!
Bueno, esto comenzó a finales de 2012 gracias al poeta Antonio Díez. Me habló de una emisora de radio que se emitía desde un bar de Fuenlabrada, la radio CCK, y enseguida me animé a conducir Fosfatina. Aunque yo lo hacía desde Logroño, claro. Me pareció interesante utilizar esta plataforma para hablar de lo que más me gusta y compartir un submundo dentro de la literatura y del sector editorial que no se conoce mucho: la autoedición, las microeditoriales, las cartoneras, las publicaciones digitales, los fanzines… En poesía hay una vida brutal, frenética. Hay mucho talento, muchas propuestas, ediciones fantásticas, pero que muchas veces no llegan a las librerías ni a los medios especializados más conocidos. Con Fosfatina no es que llegara a las masas, pero sí ofrecí un espacio dedicado a todos estos grandes olvidados del vasto engranaje comercial.
En 2016 fundas la editorial independiente Aloha, especializada en narrativa, ilustración y cómic ¿Por qué justamente estas especialidades?
Respuesta: Lo que tenía clarísimo era que no iba a publicar poesía. Y en eso me mantengo. Conozco a demasiados poetas y no quiero llevarme mal con ninguno. Jaja.
Siempre he sido muy admiradora del cómic alternativo y underground, y muy muy admiradora de editoriales que cuidan al máximo el arte final de sus tebeos. Tenía clarísimo que si me tiraba a la piscina de los cómics, tenía que contar con los mejores profesionales para llevar a las librerías unos lib
ros impecables. Por eso cuento con Jorge Elías para el cuidado de la edición. Los cómics que publicamos en Aloha podría decirse que son alternativos. Por el momento, hemos publicado a autores europeos e historias basadas en hechos reales.
Me gustan las biografías y el pulp. Me gusta dar visibilidad a autores e ilustradores con propuestas interesantes, arriesgadas y diferentes. Me gusta dar visibilidad a personas que fueron rebeldes, que lucharon por su libertad y por sus sueños. Ahí está la línea de Aloha, creo.
Y luego está la línea de fotografía, en la que de momento solo he publicado a Carlos Traspaderne (Riberia, en 2016; y próximamente Brutalismus, en una edición exquisita que lograremos realizar gracias a una campaña de crowdfunding).
Hace unos años promoviste una antología de relatos pulp escritos por 22 escritoras contemporáneas ¿Pretendías poner de manifiesto el talento femenino que tanto cuesta visualizar aún en nuestros días o era otro tu reto?
Respuesta: Sí, eso es. Me di cuenta de que había una carencia de autoras también en el circuito underground, en el mundo de los fanzines y de la serie b. En uno de los programas de Fosfatina hablé sobre esto, porque justamente acababa de salir un fanzine en el que no había ni una sola autora. El editor se puso en contacto conmigo cuando escuchó el podcast y me dijo que no había machismo detrás de aquello, sino un desinterés por parte de las mujeres hacia los géneros que trabajaba el fanzine. Cuando, unos años más tarde, el mismo fanzine lanzó un nuevo número con otra diferencia brutal entre el número de autores y de autoras (creo recordar que eran sesenta hombres y seis mujeres), decidí volver a responder. ¿No hay mujeres interesadas en el pulp ni mujeres que lo escriban, o es que los editores (entre los que me incluyo, por supuesto) no nos molestamos lo suficiente en buscar autoras ni en llegar a las lectoras? Estoy convencida de que detrás de la edición de aquel fanzine no había una intención machista de invisibilizar autoras. Estoy convencida. Lo que hacía falta era una labor de autocrítica y reflexión para haber evitado cometer el mismo error. Lo que yo quise hacer fue demostrarles que sí hay mujeres que escriben pulp.
Lo que hice fue lanzar una convocatoria en redes sociales para buscar autoras que escribieran pulp y que quisieran participar en un libro de relatos. La respuesta fue enorme y tuve que hacer una labor de selección muy ardua. El resultado fue She was so bad, uno de los libros de más éxito de Aloha, en el que se incluyen relatos pulp de más de veinte narradoras, entre las que se incluyen a grandes referentes del relato breve, de la ciencia ficción y de la novela, como María Fernanda Ampuero, Lola Robles y Silvia Hidalgo.
Para la editorial Origami coordinaste la antología de poesía erótica Erosionados Conozco bastante gente que ha llegado a la poesía a través de la vertiente erótica ¿Cómo valoras el momento actual de la poesía y más concretamente de la lírica?
Respuesta: Sí, jolín, guardo muy buenos recuerdo de esto también. Os habéis documentado al máximo, madre mía. Esto es como abrir el baúl de los recuerdos.
En 2011, con el boom que supuso la publicación de 50 sombras de Grey, empezaron a proliferar muchas propuestas relacionadas con la literatura erótica. Antonio Huerta, editor de Origami, llevaba un tiempo tras la idea de publicar una antología de poesía erótica. Confió en mí para la selección, y fue algo que hice con mucho cariño. En Erosionados hay autores enormes y de muy diversos estilos. Quise reivindicar con esta antología lo que he venido reivindicando siempre: que la poesía es muy plural, que hay un talento brutal en nuestros días, enorme y muy diverso.
Según lo entiendo yo, la poesía tiene que conseguir generar sentimientos en el lector. Estos sentimientos pueden ser físicos también: un poema despierta tus sentidos, te puede transportar a un olor, una textura, y traerte imágenes asombrosas. Eso es algo que valoro máximo en un poema.
Esto es lo que intenté con Erosionados: mostrar una poesía erótica que apelara a los sentidos.
Con respecto a cómo veo la poesía actualmente, vuelvo un poco a lo de antes. Hay una poesía maravillosa en la actualidad. Hay editoriales de poesía que están haciendo una labor maravillosa. El problema está en algún momento del engranaje de distribución. ¿Por qué las mesas de novedades y de destacados de las librerías no están repletas de la obra de estos autores y de estas editoriales? A veces, ni siquiera están en las librerías y hay que ir a comprarlos directamente a la web de la editorial.
Recaya es tu última creación (Editorial Páramo), un poemario que contiene también fotografías instantáneas propias. Se dice que es tu obra más intimista y madura ¿De dónde partió la idea de este formato y cómo definirías tu propia obra?
Respuesta: A mí me han dicho que mi poesía es confesional, y me parece fantástico que la definan así, porque mis grandes referentes son confesionales: Sylvia Plath y Anne Sexton.
En otra época me dijeron que era visceral. De hecho, aparecí en la antología Viscerales (Ediciones del viento, 2011). Y en la última edición de Vociferio participé en un recital que llevaba por título «Blanco realismo sucio», así que entiendo que algo de realismo sucio también hay en mi poesía.
Recaya recoge poemas y fotografías que realicé entre 2017 y 2019, una época en la que pensaba que no escribía. Salía a la calle con la cámara instantánea que me había regalado mi novio, el fotógrafo Carlos Traspaderne, con quien he aprendido a mirar, y escribía vagamente en cuadernos que comenzaba y abandonaba por la casa. Cuando me senté a recopilar estos escritos y a ordenar las fotografías, me di cuenta de que había estado trabajando en algo sin darme cuenta: tanto las fotografías como los poemas remitían a la tierra, al asfalto, a la naturaleza que se abre camino en la ciudad, en lo artificial, y a lo artificial que también irrumpe en la naturaleza. Los poemas iban más allá: hablaba de mi deseo de ser madre, también del miedo, y lo hacía refiriéndome a mi propio cuerpo como si fuera tierra, camino. «Recaya» es un riojanismo ya prácticamente en desuso que designa el camino que se hace en la naturaleza a fuerza de atajar. Recaya habla del regreso a las raíces (volví a mi ciudad natal, de la que había salido con intención de no regresar), a los vínculos familiares.
Bueno, eso. Recoloqué, revisé lo escrito, puse las fotografías al lado y vi que encajaban, se complementaban, y ahora no podría pensar Recaya sin las fotografías.
¿Cómo llevarías el que tus hijos no supieran amar la literatura tal y como tú lo has hecho? Nos referimos a si el teléfono móvil ganara la batalla al libro en tu propia casa.
Respuesta: Para mí internet fue fundamental para conocer y darme a conocer. No tengo nada en contra de las nuevas tecnologías. En esta casa se lee mucho. Los libros forman parte de nuestra vida. Soy editora, pero también trabajo en una librería, así que imagínate. El camino que elija mi hijo es cosa suya.
¿Estás trabajando ya en algún nuevo proyecto literario o tienes en mente cuál será tu siguiente creación?
Respuesta: Creo que me está pasando como con Recaya. Ya no es como antes cuando me sentaba con la intención de escribir. Pero sé que escribo. Quizá dentro de un tiempo recoja todos esos cuadernos desperdigados y entre notas, cuentas de la editorial y listas de la compra aparezca mi último poemario.
Sí que he escrito relato, y lo he disfrutado muchísimo. Han sido dos para sendos libros colectivos en los que he tenido
el inmenso placer de participar. Espero que ambos salgan en otoño, pero no lo sé con certeza. Uno sobre cine, con la editorial granadina Baker Street, y otro de temática ciberpunk con la editorial riojana Con pluma y píxel. Me hace mucha ilusión porque ambas editoriales son de amigos muy queridos y trabajan realmente bien.
Desde OBJETIVO MÁS LETRAS deseamos a Adriana Bañares una gran promoción de Recaya, su último poemario, inspiración para escribir muchos otros y éxitos con su editorial Aloha.
“RECAYA” de Páramo editorial está disponible en librerías y en las plataformas habituales de venta online.