El escritor madrileño Fernando Portolés Reboul aún disfruta de la promoción de su primera novela “Los dedos en Tokio” (ediciones Ruser). Nos concede esta entrevista coincidiendo con la noticia de que ya se encuentra en el mercado su cuarta edición.
A pesar de que es tu primera novela publicada, llevas años escribiendo poemas y algunos relatos. Se dice que “Los dedos en Tokio” es fruto de quince años de arduo trabajo que ha implicado documentarse sobre las referencias históricas que plasma la trama literaria ¿cómo se aborda hilar con letras tanta información?
Respuesta: Dejando a un lado lo superfluo y centrándote en aquello que enriquece la trama. No se trata de aportar datos eruditos sino de poner la novela en su adecuado contexto histórico. Dicho esto, debo añadir que mi novela es una mezcla de documentación histórica y vivencias reales de la época aportadas por mis mayores y que yo fui recogiendo a lo largo de los años. Tanto en lo que se refiere a hechos históricos como a acontecimientos que viven los personajes.
La crítica literaria ha sido bastante benevolente con tu primera novela. Ponen de relieve esa capacidad tuya para la descripción; no solo para describir lugares y situaciones sino también sentimientos y emociones ¿Crees que un personaje adquiere dimensión únicamente cuando eres capaz de recrear su microuniverso particular?
Respuesta: Sin duda. Un personaje es una persona llevada al papel. No puede aparecer despojada de aquello que la convierte en alguien que siente, que se enfada, que se enamora, que sufre. Eso es lo que engancha al lector porque hace que se le comprenda mejor. Un personaje plano, sin matices, es irrelevante. En ocasiones, los lectores identifican las situaciones que leen con cosas que ellos han vivido. Y eso les hace meterse más en la trama, identificarse más con los personajes. Lógicamente, cuanta más relevancia tiene el personaje más exhaustivo se ha de ser en la descripción de sus emociones. Además de todo esto, debo decir que yo me siento especialmente cómodo en la parte descriptiva del texto. Es como pintar el paisaje.
“Los dedos en Tokio” es también un paseo por diferentes épocas históricas de España donde parece que el testimonio de tu propia familia ha jugado un papel crucial. ¿La calificarías como novela histórica? ¿Qué porcentaje hay de autobiografía y de ficción?
Respuesta: Como ya comenté en una pregunta anterior, mi novela es una mezcla de documentación histórica y testimonios personales de mi familia. Digamos que tiene más documentación en todo lo que se refiere a los grandes acontecimientos de la época y más testimonio en los acontecimientos personales de los personajes. Hay una parte de la trama que se desenvuelve en los Estado Unidos de los años 60, en los Estados del Sur, en la época de la lucha por los Derechos Civiles. Esa parte es enteramente, documentada.
Como definición genérica, la novela es ficción, sin duda, pero siempre situada en un contexto histórico que he creído necesario explicar bien. No es, en ningún caso, autobiográfica pese a que hay acontecimientos que sucedieron en primera persona a miembros de mi familia e incluso a mí mismo. Aun así, yo no la definiría tampoco como novela histórica porque el nudo de la trama no es la Historia (con mayúscula) si no la historia (con minúscula) de los personajes. La editorial catalogó la novela como Novela Urbana Contemporánea y yo me siento cómodo con esa definición.
Sobre Max y Nazaret, los personajes principales. Inicialmente son casi antagónicos, con personalidades y procedencias totalmente diferentes. ¿Qué deseabas trasmitir al lector con la evolución que tienen estos personajes a lo largo de la novela?
Respuesta: Que la vida es inesperada. Que cualquier cosa puede cambiar el final de nuestra historia. Que está bien tener un rumbo en la vida pero que tenemos que asumir que todo puede ser diferente mañana.
Tenemos constancia de que has tenido algunos familiares también escritores, pero no de novela, sino en un caso de teatro y en otro letrista de canciones. Para convertirse en un escritor consagrado en la actualidad qué crees que juega más a su favor: el talento, la disciplina del trabajo o dominar las redes sociales.
Respuesta: Sobre esto he leído muchas y muy diferentes opiniones. Para mí, el talento es el punto de partida irrenunciable. En mi opinión es lo único que no puede entrenarse. Se pueden aprender técnicas de escritura, un uso perfecto de la gramática, tener una gran riqueza de vocabulario, etc. pero lo que te hace escribir que “Sólo los espejos de azabache de sus ojos son duros cual dos escarabajos de cristal negro” es el talento. Salvado ese punto inicial, la disciplina te favorece mucho la labor pero no es imprescindible. Simplemente, no tenerla te añade dificultades. Yo ahora me he disciplinado mucho pero Los dedos en Tokio es el fruto de años de caos.
Mención aparte merecen las redes sociales. A mí me han ayudado mucho para darme a conocer. Me han regalado (porque son un regalo) numerosos lectores, amigos, seguidores con los que interactúo a diario. Pero no puedo evitar pensar que hace treinta años, sin redes sociales, ya se vendían libros a miles. Es simplemente un proceso de evolución natural.
En tu novela aparecen referencias a otros autores y sus obras ¿Ha sido más un homenaje a tus autores preferidos o una reivindicación de la importancia de la cultura?
Respuesta: Ambas cosas. En el primer párrafo de la novela ya se habla de “El viaje definitivo” de Juan Ramón Jiménez. Y en la pregunta anterior, antes de llegar a esta, ya le mencionaba con la descripción que hace de los ojos de Platero. Siempre echo mano de aquello que admiro.
Y sí, un libro también es un vehículo de difusión de la cultura. Pero no de una cultura grandilocuente, sino del sencillo acto de leer.
Cuando lees “Los dedos en Tokio” puedes palpar tu base poética. Es como si las frases fluyeran sonora y medidamente ¿Crees que ya has encontrado tu propio estilo narrativo o aún estás indagando en otras fórmulas?
Respuesta: El hecho de haber tardado quince años en escribir Los dedos en Tokio ha supuesto que se haya producido también una evolución en mi estilo. De hecho cuando escribí la última frase de la novela volví de nuevo al inicio y cambié casi todo. Nada fundamental de la trama pero alivié considerablemente algunas descripciones y suprimí páginas enteras. Con el tiempo mi estilo se ha vuelto más sobrio. Creo que favorece la lectura. Pero no sé si he llegado ya a mi estilo final o seguirá evolucionando. Hoy por hoy me encuentro bien así.
¿Cómo has llevado la promoción durante la pandemia? Parece que no ha sido impedimento para hacer prese
ntaciones y firmar libros. Incluso formaste parte de la 1ª Feria Virtual del libro USA.
Respuesta: Efectivamente, la pandemia ha jugado en contra de todo, también de los actos de promoción del libro. Tuve tiempo de presentar la novela en Madrid y Málaga, los dos escenarios principales del libro, así como de hacer entrevistas en diversos medios en prensa, radio y televisión pero quedó mucho por hacer. Con la normalización de la situación que deseo para todo, está ya en mente retomar nuevos actos de promoción. Ojalá sea pronto posible.
En cuanto a Estados Unidos, efectivamente tuve la ocasión de presentar la novela de la mano de Libertad Betancourt, una grandísima comunicadora de allá. Siempre le estaré agradecido.
En los últimos años la autopublicación de obras se ha impuesto. Incluso las grandes editoriales ya tienen su propia línea de autopublicación. ¿Hacia dónde crees que va el mundo editorial y los libros en esta era frenéticamente cambiante, tocada por la tecnología e internet?
Respuesta: Me siento incapaz de aventurarlo. La autopublicación, la coedición o la edición tradicional son opciones que el mundo editorial presenta a los autores. Cada cual elige el camino mejor para sus circunstancias y sus metas. Yo siempre tuve claro que quería ir por el camino de la edición tradicional.
Cuando escribías “Los dedos en Tokio” ¿pensabas en un público determinado? ¿Crees que a un público joven le puede interesar igual que a un público de mediana edad que empatiza con las etapas históricas que relatas?
Respuesta: Pues he de rendirme a la evidencia. Mi público es muy mayoritariamente femenino y de una cierta madurez. Pero yo cuando escribía la novela no lo hacía pensando en un público concreto sino en contar la historia que quería contar. No sabía quién la leería. De hecho, no sabía si alguien la leería. Dicho esto, debo añadir que estoy encantado con ese perfil de público que me sigue. Si algo soy en esto de la literatura es gracias a ellas. Las quiero mucho y ellas lo saben.
Nos consta que estás trabajando ya en la segunda parte de esta novela. Siendo un autor tan volcado en el detalle y que ha vivido inmerso quince años en una primera historia ¿no has sentido algo de desazón o vértigo al encarar las primas líneas de la segunda parte?
Respuesta: Mi forma de afrontar esta segunda novela ha sido radicalmente distinta a cómo lo hice con la primera. Me he dado un año para terminarla. Y ese plazo expira en noviembre, así que espero cumplir. También debo decir que en los quince años de Los dedos en Tokio hay años en blanco en los que no escribí ni una línea. Ahora me lo tomo como una actividad profesional y la ejerzo con la disciplina que merece.
Desde OBJETIVO MÁS LETRAS deseamos a Fernando Portolés que encuentre el tiempo y la inspiración para ofrecer pronto a su público una segunda parte de “Los dedos en Tokio” y muchos otros éxitos literarios.
“Los dedos en Tokio” está disponible en librerías y en las plataformas habituales de venta online.