El escritor extremeño Javier Sachez García es uno de nuestros entrevistados con más producción literaria. Hablaremos con profundidad sobre su última novela “Perro ladrando a su amo” (Eolas ediciones), pero también haremos un breve repaso por su extensa narrativa y sus poemarios.
Javier, empiezas a publicar en 2005. De eso hace ya bastante tiempo. Cuando miras atrás ¿crees que ahora tienes las mismas motivaciones para seguir escribiendo de aquellos inicios?
Respuesta:
Claro que sí. Esa motivación se basa en la necesidad de plasmar sentimientos y emociones. Y esa necesidad siempre ha existido en mí y siempre existirá. Supongo que en todos los seres humanos. Yo lo hago a través de la escritura y los protagonistas de mis libros expresan mis dudas, mis dicotomías y mi manera de enfrentarme a los grandes dilemas.
Naciste y creciste en un pueblo extremeño, donde los inviernos eran mucho más fríos que en la actualidad. ¿Fue aquel frío el que te sacó de los campos, donde jugabas con tus hermanos, para centraros en vuestras primeras lecturas? ¿Cómo influyó tu núcleo familiar en tu pasión por las letras?
Respuesta:
El frío del invierno es sinónimo de recogimiento, de calma. Es un ambiente extraordinario para la introspección y la duda, que son las madres de la creatividad. Mi pueblo es muy caluroso en verano y moderadamente frío en invierno. Son dos formas de caricia: La calidez y el carámbano. La calle estival que me reclama y el brasero invernal que me recoge. La algarabía y la pausa.
Respecto a mi familia, puedo decir que mi madre recitaba versos de Gabriel y Galán o Chamizo mientras nos ponía la ropa y esas rimas quedaron para siempre anidadas en mi mente. Mis hermanos mayores leían novelas o escuchaban las canciones de Serrat o Paco Ibáñez, que ponían música a los grandes poetas españoles. Desde niño he tenido un concepto sonoro, musical, de la literatura.
Volviendo a tu infancia, que se desarrolló en la década de los setenta, recordarás aquellos veranos donde los pueblos extremeños recibían por vacaciones las familias migradas a las grandes ciudades, que habían huido a ellas buscando nuevas oportunidades. Volvían con el calor al pueblo, con sus hijos nacidos y criados en las urbes. En aquella época parecía que aquellos niños criados en la modernidad serían los grandes triunfadores de la nueva generación. Ahora, después de la pandemia, son muchas las familias que han vuelto a los pueblos. ¿Tú sentías ya en aquellos años de tu niñez que la naturaleza que te rodeaba tenía todo lo que necesitabas para inspirarte y ser el escritor que eres o de alguna manera envidiabas aquellos niños de ciudad?
Respuesta:
Creo que ha habido un recorrido en mí que ha logrado integrar todo eso. Desde el pueblo en que nací a la ciudad de Zaragoza en la que estudié. En definitiva, somos el resumen de todo lo que hemos experimentado. Mejor dicho, de cómo lo hemos digerido con mayor o menor suerte.
El paisaje rural, los animales que lo habitan, el cielo cárdeno, las gentes que recorren las aceras y su sabiduría milenaria han moldeado en mi persona un paisaje interior, un universo propio y una forma de mirar casi inocente. Esa mirada cándida también es, en cierta manera, necesaria porque es sincera. Pero también viví otras aristas menos amables, como la brutalidad hacia los animales salvajes, la desigualdad que sufren las mujeres, la inquina sin causa. Luego me marché a estudiar a la ciudad e incorporé nuevos escenarios, actores diversos, vocablos…
Tenemos entendido que estudiaste Derecho y también te graduaste en Trabajo Social ¿Si volvieras atrás no estudiarías mejor filología hispánica que era tu gran pasión? Aunque creo que en aquella época los profesores más bien te orientaban a lo que llamaban “carreras con mejor salida profesional”.
Respuesta:
Opté por estudiar carreras que tenían en aquella época mejores opciones laborales ya que en casa éramos cuatro hermanos y había que encontrar trabajo con cierta premura. Sin embargo, creo que la formación académica no es la única opción para formarte y aprender. Sigo leyendo y estudiando disciplinas que me interesan como la lengua, la historia o la biología.
El caso es que has recibido premios tanto en narrativa como en poesía. Con “El engendrador” fuiste premio novela Cersa de la Universidad de León. Con “Job aterido” fue poemario ganador Athman 2012. Con “Post mortem” fuiste premio de poesía “Villa de Aranda”; con “Manual de pérdidas” lograste el Premio de novela Pancho Guerra; con “Árboles de carne” fuiste premio novela La Serena; y además has quedado finalista con “Anatomía interna de las moscas” en el Premio internacional de novela corta La Esfera Cultural en 2014, y con “Peregrino” en el Premio novela Alféizar de 2017.
Javier, esa versatilidad tuya nos asombra. ¿Cómo llega a ti la inspiración? ¿Cómo sabes que aquella idea incipiente va a tener forma de verso o va a ser narrada? ¿Lo decide tu estado de ánimo o te dejas llevar?
Respuesta:
Sinceramente, no lo sé. No sé qué es la inspiración. Creo que tiene que ver con la necesidad o la inclinación de dar forma palpable a algo etéreo, como ocurre con otras disciplinas artísticas, desde la escultura al cine. Escribo cuando algo zarandea mi ánimo. Quizás una palabra advenediza, un artículo, una conversación o un recuerdo quizás oxidado.
Respecto a la poesía, creo que escribo poemarios sobre lo que no pudo ser. Sobre la decepción, en definitiva.
Nos ha llamado bastante la atención tu “Anatomía interna de las moscas” por la temática. En él sus personajes bajan hasta el fango, en una España donde aún se imponía la pena de muerte ¿De dónde surge la idea de esta novela corta? ¿Al escribirla cerraste algún tema pendiente personal o familiar?
Respuesta:
El caso de esa novela ejemplifica lo que comentábamos antes.
La inspiración, o como se llame, puede aparecer en cualquier rincón. Leí un artículo en el periódico sobre los últimos verdugos en España y me animé a ver el documental que rodó Martín Patino.
Todas aquellas imágenes poderosas engendraron en mí un universo de emociones, en su mayor parte desasosegantes, incómodas, y me vi en la necesidad de darles una forma. Escribí la novela reflejando las sensaciones de cada uno de los personajes: el verdugo, el condenado, el abogado…para intentar explicar (explicarme) las razones, las causas y la deriva psicológica de cada uno de ellos. La miseria moral de una época cristalizaba en la miseria moral de los individuos y de una práctica atroz como es la de segar la vida de un ser humano en nombre de no sé qué.
Hay dos novelas tuyas en que los recuerdos de la infancia o en sí la niñez se ponen de relieve. Casualmente las dos se publican el mismo año, en 2017. Por un lado, está “Peregrino”, donde su protagonista Daniel, regresa a su pueblo natal para ver morir a su severo padre y donde la música del violín que tocaba de pequeño resuena y se utiliza, en cierto sentido, como hilo conductor. Por otro lado, está “El quinto punto cardinal” donde una niña idea un submundo donde se parapeta de la hostilidad de su entorno.
La infancia y aquellos sucesos que nos marcan de por vida durante la niñez, dos temas que parecen ser trascendentales para Javier Sachez. Cuando escribes ¿suele ser más un acto terapéutico para el propio escritor o está enfocado para emitir mensajes subliminales a los lectores?
Respuesta:
Aquel año fue muy prolífico pues me publicaron tres novelas que habían obtenido premios literarios y, como dices, la infancia aparece en todos
ellos de manera señalada. Sin embargo, yo creo que el tema es más amplio y tiene que ver más con las relaciones paternos filiales que con la infancia en sí. Me interesa sobremanera cómo afectan al niño esas relaciones porque se tornarán en determinantes para su personalidad y su modo de afrontar la vida.
En esas novelas procuro analizar el influjo que tiene sobre el niño la figura del padre o de la madre y, sobre todo, en lo que concierne a la comunicación (o a la incomunicación), la expresión de sentimientos, la aceptación…Todo ello moldeará a la persona y a su mirada frente al mundo.
En el caso de la obra “Peregrino” plasmé la figura de un niño cuyo padre se muestra frío con él tras haber perdido a su esposa. “El quinto punto cardinal” es una novela de terror que habla de una niña que sufre acoso escolar y que encuentra el apoyo de una amiga invisible, que quizás no sea imaginaria.
Si te parece hablamos de tu última novela “Perro ladrando a su amo”, publicado por Eolas ediciones. Fue galardonada con el VII Premio de novela corta Fundación Monteleón. A juicio de su jurado expresó textualmente que se trataba de “una construcción poliédrica con una muy acertada presentación de unos personajes muy bien integrados en la trama, y en un hábitat urbano donde todos confluyen”. ¿De dónde partió la idea inicial y de qué información te alimentaste para construir unos personajes y unas historias tan desgarradoras?
Respuesta:
Una noche de insomnio vi un documental sobre personas que sufren Síndrome de Diógenes.
Durante los días posteriores no dejaba de pensar en aquello y me pareció que se trataba de una figura tremendamente simbólica y literaria. Individuos que recogen y valoran los objetos que la sociedad desecha. Individuos que, en sí mismos, son desechados. Es una imagen brutal y sobre esa idea tejí una trama de personajes atractivos desde el punto de vista narrativo, incluyendo un joven nazi, con un escenario de desahucio por parte de entidades de Fondos buitre, y tramas relacionadas con el menudeo de drogas, los grupos ultras que pululan alrededor del fútbol, etc.
Me siento atraído por personajes “perdedores”, sin suerte, y suele ser una constante en mis escritos al igual que otros temas esenciales como la desigualdad entre mujeres y hombres. Me gusta plantear disyuntivas a la persona que lee la obra. Proponer un dilema, moral si es posible, me parece esencial.
“Perro ladrando a su amo” expone muy bien la crueldad de la sociedad urbana, la soledad con la que vivimos a pesar del incesante ir y venir de personas, transitándola. ¿Javier Sachez sigue con la esperanza, a pesar de todo, de que la ternura prevalecerá siempre sobre la crueldad o eres algo más pesimista?
Respuesta:
Hace muchos años leí en un periódico la frase de un voluntario que trabajaba en países empobrecidos, aunque no recuerdo el nombre del autor. Decía literalmente: “Cualquiera que mantenga una actitud positiva con respecto a esta sociedad tiene culpa en la miseria de este mundo”.
Pues eso.
Madrid es el escenario “Perro ladrando a su amo”, pero lo que se relata podría suceder en cualquier ciudad del mundo, porque sus personajes antagónicos son el reflejo de una sociedad bastante injusta y algo cruel ¿La consideras una novela de crítica social o se trata más bien de una novela costumbrista?
Respuesta:
Creo que ambos aspectos van de la mano. Yo detesto lanzar moralinas o dictados de conciencia. Es cierto que sufro la tendencia de fijarme en la gente que no está en el pelotón de los ganadores. Pero yo sólo procuro mostrar en el escaparate situaciones concretas y personajes verosímiles. Mi obligación como inventor de historias es hacerlas asumibles, creíbles. El sentido crítico es individual. Allá cada cual con su perspectiva.
¿Crees que en tu extensa producción literaria ya se dado tu obra culmen o crees que aún está por venir?
Respuesta:
No lo sé. No creo mucho en el concepto de obra culmen. Cada lector o lectora puede emocionarse con una novela u otra dependiendo de sus gustos, sensibilidad o experiencias vividas. Es cierto que muchas personas que han leído “Manual de pérdidas” o “Perro ladrando a su amo” me han transmitido su agrado. En mi opinión, sin embargo, la novela que me produjo mayor satisfacción fue “El engendrador” aunque reconozco que es una obra extraña escrita con un lenguaje poco aceptable.
En mi pueblo vivía una señora mayor que era semianalfabeta y que le escribía sencillas poesías a la Virgen. Las vecinas lloraban cuando las leían. Yo nunca lograré eso.
Tu larga trayectoria literaria debe haberte procurado una opinión bastante certera sobre el mundo de las letras ¿Cuál es tu opinión sobre el mundo editorial y hacia dónde crees que se dirige la literatura y la promoción literaria en este nuevo mundo tecnológico?
Respuesta:
Se publican unos 50.000 títulos al año en España, exceptuando libros de texto. Quizás hay un desequilibrio entre número de publicaciones y personas lectoras. Se publica mucho y se devuelve mucho porque el público no puede digerir todo lo que sale de imprenta. Es cierto que, en la actualidad, todo aquel que quiere publicar tiene muchas posibilidades de hacerlo, pero supongo que las editoriales aplican filtros en cuestiones de calidad y mercado. También hay que contar con las obras autopublicadas.
Hay mucha gente que escribe y eso es bueno. Por mi parte, siempre he desligado el hecho de escribir y el hecho de publicar. En ocasiones no están (o no deberían estar) conectados. Escribir tiene que ver con uno mismo. Publicar tiene un matiz de exteriorizar, de sentirse leído, de sentirse contemplado.
Yo he publicado ocho novelas y tres poemarios y todos ellos han sido gracias a los premios y concursos literarios. Es una opción válida y bastante democrática pese a que hay muchos certámenes que obvian los criterios de imparcialidad y objetividad.
Después de tantos años escribiendo versos y narrativa, ¿qué es para Javier Sachez realmente la inspiración? ¿Qué va primero el talento o el esfuerzo?
Respuesta:
Parto del hecho de que toda persona puede escribir. Es decir, puede inventar historias y plasmarlas en el papel si se ve inclinada a ello. Es cierto que hay más talento creativo o narrativo en algunas, pero la gran pregunta es: ¿Por qué escribo? Y lo conecto con el antes mencionado tema de la comunicación. García Márquez decía: “Escribo para que me quieran”. Creo que tiene que ver con la necesidad humana de la comunicación, de la relación, de la conexión y de la necesidad del aprecio. Me da la sensación de que yo escribo para que me lean mis hermanos.
En mi caso, no creo que tenga un talento desmesurado. Escribo porque puedo escribir y porque necesito hacer tangible lo que nubla mi cabeza. De hecho, para mí escribir no es siempre una experiencia luminosa o agradable. En ocasiones tiene más que ver con un parto doloroso.
Para quién no haya leído ya “Perro ladrando a su amo”, ¿por qué consideras que es una lectura recomendable y qué la hace diferente a otras novelas del estilo?
Respuesta:
Creo que es una novela de relieves entre una anciana de origen rural que recoge objetos y un joven urbano neonazi que necesita destruir, en sentido amplio. Y acontece lo que podemos denominar una “caída del caballo”. Sin haberlo previsto, aquella mujer logrará encender en el joven una breve luz de ternura, como si surgiese entre ellos un cordón umbilical, íntimo e invisible. El dilema que se presenta es: ¿Pueden las zarpas alguna vez acariciar?
Pese a que trata episodios de cierta dureza he procurado utilizar como contraste un lenguaje casi
poético para describir los procesos.
La novela contó con buenas valoraciones que pueden reflejarse en varias reseñas publicadas en la red ( https://perroladrandoasuamo.wordpress.com/resenas/ ) y estoy muy satisfecho con el resultado final.
Desde OBJETIVO MÁS LETRAS deseamos a Javier Sachez García que la inspiración lo siga acompañando, porque nunca tenemos bastante de su gran talento.
“Perro ladrando a su amo”, de Eolas ediciones está disponible en librerías y en las plataformas online habituales de venta de libros.
Enlaces de interés sobre esta obra y su autor:
30 reseñas sobre la novela “Perro ladrando a su amo”
https://perroladrandoasuamo.wordpress.com/resenas/
“Perro ladrando a su amo”. Eolas ediciones.
https://www.eolasediciones.es/catalogo/coleccion-caldera-del-dagda/perro-ladrando-a-su-amo/